de Jáchal a Talampaya


YPF (a 1km de Guandacol) - 04/01/08

Ayer terminamos recorriendo Jáchal.

Pudimos dar con la Casa de la Cultura, donde nos dieron algunas pautas turísticas, charla y albergaron nuestras mochilotas.

Fuimos al museo arqueológico Prieto, a cargo de Gendarmería. Nos atendió un señor que rebosaba de carencia de buena onda. Comenzó a mostrarnos petroglifos con la misma cadencia que nos saludó (mejor dicho, recibió nuestros saludos) y nos costó darnos cuenta que ya había empezado la visita guiada. Todavía me cuesta discernir automáticamente entre las palabras “arqueológico” y “paleontológico”; si bien fantaseaba de niño con ambas profesiones, mi experiencia se centró en la segunda.

Descubrimos que el apasionado Prieto dedicó su tiempo tanto al huinca como al originario, al ver una importante mezcolanza en las vitrinas y estantes. Las distintas culturas originarias, incluida el imperio inka, se expresaban en caza y recolección, cultivo, cerámica, piedra y tejido. El huinca en fusiles, instrumentos de minería, adornos y hasta un pastillero con un cálculo renal!

Tuvimos una discusión amable con el guía, que profesaba la necesidad de mano dura para acabar con los políticos de la democracia y su afán por el enriquecimiento personal y/o sectario, su preferencia por el aristócrata PAN (“yo diría que se pudrió todo del ’30 en adelante”… pero no lo dijo ni defendiendo a Irigoyen ni contra la dictadura), la defensa de las privatizaciones y una apatía incomprensible para alguien que habló de tantos temas.

Luego, de regreso a la Casa de la Cultura, me sentí como con mi viejo: fuimos a visitar el hospital San Roque. Se me hizo evidente que era una casa (supuse que dedicada a la beneficencia en los primeros tiempos). No había nadie, las historias clínicas se apilaban en una esquina lejana (ni siquiera en el mismo pasillo) a “Estadística”, al alcance de cualquiera. No se hacían PAP hasta el 28 de enero (viva la APS!) y el enfermero que nos atrapó deambulando al lado de la guardia nos dijo “ah, bueno” y dejó seguir ante nuestra defensa de “estamos conociendo el hospital”.

Encontramos en las paredes la segunda pintada de “De la Rúa presidente ‘99” y su postulante a gobernador sanjuanino (“de cuyo nombre no me quiero acordar”).

Pasamos por el frente de una capilla jesuítica, de ladrillo de adobe, con uno de esos arcos que inexplicablemente no se vienen abajo y palmeras en la vereda. A las cuadras encontramos dos cosas de interés: la sede ¿abandonada? del Partido Bloquista, y una esquina (bocacalle) de postal.

esta es la capilla jesuítica y su arco de adobe



esta es la bocacalle de postal... claro que no soy ningún fotógrafo de postales ni la cámara es tan copada

Volvimos a la terminal a cocinar arroz con un caldito de hongos. Esperamos, entonces, a que se hiciera medianoche y “Fernández” nos pasara a buscar.

Partimos 00:20hs del día de hoy con los portaequipajes llenos. La oscuridad se comía todo paisaje, pero eso no quitó lo impresionante y sí alimentó las ganas de hacerlo de día. Las sombras de montañas (¿se llamarán así?)[1] contrastando en la negrura de la noche, la depresión profunda del territorio a nuestra izquierda (Dique Chico), las terribles y respetables cornisas (incluido el guard-rail, que se ve que no contuvo mucho a algún desgraciado vehículo) y los paredones iluminados por el cole… se veían tan lindos, que, insisto, de día deben dejarte mudo.

A eso de las 2 llegamos al caminito que nos conduciría a Termas de Agua Hedionda (video). Rogamos que el sereno no tuviera perros ni escopeta, y armamos la carpa frente al hotel, al lado de una parrilla y un horno de barro, entre dos algarrobas (creo, no me acuerdo).

Si alguna vez trataron de clavar una estaca en la roca y fallaron, ni intenten en el suelo de ese lugar. Fijamos las esquinas de la carpa con unos ladrillones y rogamos que no arreciara viento o lluvia, pues era imposible colocar el cubretecho.

A la mañana siguiente desayunamos unos mates. Compartiendo la charla con El Negro (el cuidador, uno de los dos) y su hija (que estaba en Huaco y había venido a visitarlo): el hotel fue construido en la época de Perón “hace unos 60 años” y nunca funcionó, saquearon las aberturas y las volvieron a poner con dos cuidadores que hacen turnos de una semana; llueve poco; en invierno hace mucho frío pero no nieva; si llueve, suele caer piedra arruinando las magras plantaciones; las aguas termales que hay (se juntan en un piletón de concreto cerrado [un gran cubo] y de un boquete salen en chorro, debajo del cual uno se baña, al río) son o fueron utilizadas por los lugareños como método abortivo; la chaucha del algarrobo es el chicle de la zona, siendo rico el agridulce sabor que tiene el fruto.

Fuimos a conocer la pileta, con el agua templada (calculo que alrededor de 24ºC), el río, las cuevas y el cañaveral. Logramos ver a lo lejos un Huaco (o garza bruja) y de cerca de sapitos del tamaño de un pulgar. No nos encontramos con las anunciadas arañas pollito ni serpientes. Ni una lagartija!

a orillas del río que no recordamos nombre y ahí nomasito del piletón de agua termales


este es el piletón. Observen cómo presipita la sal en el fondo del charco que se forma con la caída del agua

Volvimos de la caminata (video) y almorzamos unas sopitas Quick. Levantamos campamento y a eso de las 15 arrancamos la caminata a Huaco. Al kilómetro, más o menos, cuando nos pusimos a fotografiar el vistoso Valle de Huaco, nos levantó una camioneta que nos dejó en el desvío de la caminera (a 6km de Huaco). Los canas nos tomaron los datos y, después, nos convidaron con agua en las botellas que llevábamos vacías y nos explicaron que la ruta 150 que supuestamente unía Huaco con Ischigualasto no existe (habíamos averiguado por internet que en el 2004 se había construido el camino) y, si bien materialmente está emplazado con un ripio malísimo, no la usa nadie.

Encontrándonos a 117kms de Villa Unión (La Rioja), empezamos a caminar por la 40. Al kilómetro y medio nos levantó uno que venía de Buenos Aires a la mina de oro que está (calculamos, pues no hay ninguna señal limítrofe ni nada) cerca al límite entre San Juan y La Rioja. Nos dejó en la ruta en la entrada a la mina y a menos de un kilómetro nos levantó un geólogo que iba para Guandacol. Aceptamos el aventón y a 1km de Guandacol, en la YPF en la que decidimos celebrar la buena suerte con una cerveza fría, había una pareja de “viejos” con una amiga que nos convidaron un rico vaso de vino espumante. Eran ya las 16:30 cuando la amiga lugareña nos comentó que a las 18 pasaba un cole que iba para Villa Unión; estábamos a 40kms.


cadáver de caballo a la vera de la ruta, a unos metros de la salida de la mina, cerca de Santa Clara, La Rioja

atardecer en Talampaya, La Rioja

Volvimos a la vera de la ruta a esperar el cole, cuando nos levantó un vendedor de motos en una Strada cargada con 2 de los vehículos bicíclicos. Le dijimos que queríamos llegar a Villa Unión y aceptó. Creo que hay que aclarar por qué vamos a Villa Unión (en La Rioja) cuando queríamos ir a Ischigualasto (en San Juan): no hay otra forma de llegar de donde estábamos sin pasar por Talampaya primero, por la ruta provincial 26. Una vez arriba de la camioneta, nos enteramos que el tipo pasaba por Talampaya y seguí luego hasta La Rioja. Así que a eso de las 19:30 estábamos en la industria PN Talampaya.

¡Qué hijos de puta! Una sola confitería en la que hay que pagar el acampe y agua para el mate. ¡Un parque nacional! Las distintas excursiones o recorridos se hace o en camionetas ($45 ó $60) o, sí o sí, con guía del PN, en bici ($25, igual recorrido que la motorizada de $45) o a pata ($25 ó $60, por otro lado). Como dije, ¡qué hijos de puta!.

Nos encontramos con un limón estudiante de Derecho que se vino desde Córdoba en una 110cc y hoy había recorrido 350kms (a todo esto, nosotros hicimos en este día 160kms a pata y dedo! Bastante distinto a los no sé cuántos cientos de kilómetros del día anterior). Luego se formó un grupo con los que estábamos pasando la noche, en el que se cayeron los prejuicios sobre los integrantes.

Terminamos durmiendo al aire libre, en el piso, bajo un techito contra la pared de las oficinas chupasangres del parque. Espectaculares estrellas, un clima agradable, y el cagazo a los alacranes, pueblo originario de la zona.

Cuando hoy (sábado 5) nos levantamos Ceci descubrió una bola en su glúteo izquierdo: el suelo le pasó factura inflamándole el ciático.

Al motín y las dudas que teníamos, se sumó la molestia de Bob. Pero la moto que ya traíamos era por la imposibilidad de recorrer parte de nuestro propio país, del Estado, Patrimonio de la Humanidad, de una manera libre y no contaminante. Así que ahora estamos en las sillas de la confitería, disfrutando el paisaje y comiendo los modos, usos y bazofias de dos parejas porteñas al lado nuestro. Afortunadamente, el paisaje hace que uno se distraiga de personajes así y se concentre en “uno con la naturaleza” y en la hermosa compañera de ruta.


DATOS ÚTILES:

Precios de Colectivos
  • Jáchal - Huaco: $8

S el acampe y pernocte...
  • en Termas de Agua Hedionda se acampa gratis, y se puede hablar con el cuidador como para que te deje tirar la bolsa de dormir bajo techo
  • en Talampaya sale $3 por persona, pero se puede dormir al aire libre gratis




[1] A partir de aquí, la escritura se realiza en Talampaya el día 05/01/08. Es que nos levantaron en la ruta mientras escribía, y tuve que seguir más adelante, al día siguiente.

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2 comentarios:

alu dijo...

No entendí bien lo del parque nacional. Eso quiere decir que no lo podés ni siquiera recorrer si no pagás? pero eso está mal!... los arrayanes no es un parque nacional también? y que yo sepa ahí no se paga nada por verlo... mmm no sé.

Qué lindo que va hasta ahora el viaje, estoy re enganchada! jajaja. Mi tío cuando se fue a Cuba hizo algo parecido, y lo mandó por mail, también, así, por capítulos. Te re atrapa.

Besotes! , y pobre el ciático de Ceci, es horrible ese dolor!

Bono dijo...

Sí, quiere decir eso: no podés entrar al Parque Nacional (PN) si no pagás. Pero no sólo tenés que pagar la entrada, sino que tenés que pagar una excursión para entrar.
En todos los PN te obligan a pagar un "bono contribución". Resulta, y eso me lo dijo gente de Parques, que ese importe es voluntario, por lo tanto es ilegal que te obliguen a pagar para entrar a un PN. Pero, de todos modos, en PN Talampaya uno debe pagar la entrada al parque más una excursión para poder ingresar.
Nosotros dormimos "en el parque", porque la entrada al parque (llamada "Puerta de Talampaya") está a 14 kms de la ruta y el complejo está ahí nomás de la ruta.

En PN Arrayanes te obligan a pagar la entrada al parque. Pero tenés un sendero bien señalizado para que lo recorras solo...

Este tema del pagar para entrar a un PN o no es totalmente discutible, y dos personas con opiniones distintas van a encontrar varios puntos en común. Lo digo por experiencia propia...
Pero, desde mi punto de vista, no tiene discusión que te obliguen a pagar una excursión para recorrer un PN, propiedad del Estado, o sea de TODOS: está mal!


Por ahí se me hace difícil subir los "capítulos" más seguido, porque estoy haciendo varias cosas y sentarse a transcribir el diario de viaje lleva un buen tiempo. Sepan disculpar

te quiero, Alumi, un beso y un abrazo!